El cambio climático es un hecho y solo hay que ver cómo se está materializando año tras año. Por ejemplo, en el caso de España, a través de temperaturas récord, tal como registró la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) el pasado mes de junio y un Mediterráneo a 30 grados, algo inédito hasta ahora. Por eso, elegir una ubicación para un data center no puede ser arbitraria: las condiciones climáticas sí importan. Sin embargo, en los últimos meses, hiperescalas tecnológicos como Google, Facebook o Apple han decidido localizar sus data centers en los países nórdicos aprovechando las bajas temperaturas.
Pero, ¿qué sentido tiene tomar esta decisión cuando el cambio climático sucede de forma global? Aunque estas localizaciones puedan ofrecer una cierta “ventaja climática”, trasladar infraestructuras masivas a otros territorios no deja de ser una respuesta parcial y reactiva. En muchos casos, esta estrategia se limita a reducir costes inmediatos sin considerar el impacto real de empezar de cero: nuevos recursos, nuevas infraestructuras, poco arraigo local y escasa conexión con la comunidad.
Por eso, la perspectiva de Kumo es radicalmente opuesta. Siendo plenamente conscientes del calor que genera un data center y el impacto que puede suponer, la compañía trabaja para minimizarlo desde el primer trazo del proyecto, sin esperar a que el edificio esté en marcha. La sostenibilidad no es un ajuste posterior ni una acción aislada: es una parte transversal del ADN de Kumo, por lo que está presente desde la fase de diseño hasta la operación diaria.
Este enfoque permite integrar en la comunidad los centros de datos de Kumo, aportando valor añadido más allá de su función tecnológica, en cualquier clima, de hecho, actualmente, ambos se encuentran en una zona bastante crítica en cuanto a calor: la Región de Murcia y la Comunitat Valenciana. Por ejemplo, en cuando a acciones destables, en este último se ha construido el parque geotérmico más grande de la provincia para solucionar con geotermia esta temperatura constante. Asimismo, la reutilización del calor residual puede ser una solución para alimentar redes de calefacción distrital, transformando así un ‘’residuo’’ como el calor en un recurso valioso.
En lugar de trasladarse a otros territorios “más frescos’’, consumiendo recursos para empezar de cero y desconectándose del entorno, el modelo de Kumo apuesta por la planificación previa y la adaptación responsable. Se trata de construir infraestructuras que no solo funcionen bien, sino que formen parte activa de su comunidad. De esta forma, ya no se trata únicamente de alojar tecnología, sino de construir espacios que se integren activamente en su entorno, que sumen, que aporten. En este nuevo modelo, los data centers dejan de ser grandes consumidores de recursos para convertirse en focos de sostenibilidad, diseñados para que su impacto sea lo más reducido posible.
Por lo tanto, en lugar de buscar climas más benignos para construir lejos y sin vínculos, consumiendo recursos y dejando al margen el entorno social, el modelo de Kumo apuesta por la planificación estratégica, la eficiencia energética y el compromiso real con el territorio. Así, los data centers dejan de ser grandes consumidores pasivos y se convierten en piezas activas de sostenibilidad, diseñadas para que su huella sea lo más insignificante posible.

